viernes, 16 de diciembre de 2016

Males resistentes a negaciones.

Hay ciertas cosas que puedes creer si te lo repites muchas veces; "no tengo hambre", "estoy bien", "puedo sobrevivir", "eso no pasó nunca"... En fin. Mi vida es puro auto-convencimiento fallido. Por más que he intentado repetirlo y repetirlo miles de veces, de pensarlo sin cesar e incluso de escribirlo incansablemente, no puedo creerme que estoy bien, que todo lo malo no pasó, que voy a sobrevivir los años que me quedan. No puedo. Es como cuando intentan convencerte de que no estás tan mal, de que todo se puede solucionar.
Es curioso, porque toda mi vida he tratado de engañarme a mi misma. Guardando ese viejo abrigo empapado de maldad y esas cartas falsas e hipócritas, acurrucada en la cama mientras me decía entre sollozos que todo volvería a ser como antes. Nunca funcionó. Pero sigo intentando.
Cada mañana intento convencerme de que nada es lo suficientemente importante para merecer mi dolor. Que nada es lo suficientemente importante para nada. Que nada importa, que todo es temporal, que el dolor es efímero y que eventualmente mi entumecimiento será total y permanente. Intento ignorar el hecho de que construí alrededor de mi corazón están cayendo lenta y ruidosamente. Intento disimuladamente maldecir mi existencia basada en la solidaridad de los extraños. Me esfuerzo sobre humanamente por no caerle a golpes a la primera persona que me tope porque me molesta la canción que tararea o la melodía que silba, o la forma en la que viste, o simplemente por estar ahí. Desearía no estar todo el tiempo tan enojada conmigo, tan cerrada en mi persona que no puedo hacer más que tratar mal a todos y odiarme a mi misma por ello, solo ordenando sin dar nada. Existiendo sin vivir. Y estando sin estar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario